miércoles, 12 de noviembre de 2014

Los Árboles del tiempo


  En un hermoso bosque, convivían tres poderosos árboles, cada uno de ellos tenía una habilidad sobrenatural, muchos animales que vivían en aquel bosque sabían de su existencia y corrían a consultarles cuando tenían problemas. El primer árbol se llamaba Mayan, tenía ramas con hojas de color plata, este árbol tenía la capacidad de ver el pasado, y algunos animales le consultaban sobre temas que habían olvidado; el segundo árbol se llamaba Mican, tenia hojas de color verde como cualquier árbol normal y su habilidad era ver el presente cercano, pero pocos animales del bosque le iban a consultar y el último árbol Meridiac, tenía las hojas de cristal y la capacidad de ver el futuro, siendo el árbol más popular y visitado por muchos animales ya que les daba mucha curiosidad conocer su destino.

   Un buen día mientras los árboles tomaban los nutrientes de la tierra para alimentarse, el árbol Meridiac comenzó a ufanarse de ser el más famoso del bosque, mientras su colega el árbol del pasado era poco consultado y ni que hablar del árbol del presente. Mayan lo miraba y movía sus ramas diciendo:

–Meridiac, no seas soberbio, no debemos ufanarnos de los dones que hemos recibido. Siempre debemos aprender con humildad de nuestro pasado.

Mican añadía al comentario:

–Lo importante es vivir como si no tuviéramos estos preciados dones, vivamos siempre con amor el presente.

Meridiac se reía y respondía burlonamente:

–Tontos, los animales del bosque me consultan más a mí, porque les digo su futuro.

Tanto Mayan como Mican optaron por no hacerle caso y se fueron a conversar con los pajarillos que se posaban en sus ramas.

   Llegada la noche, mientras Meridiac dormía tuvo una visión que lo perturbó y despertó con un grito. Y asustado dijo a los demás que había tenido una visión del futuro. Sus compañeros le preguntaron qué era lo que había visto, y él respondió:

–Vi una oscuridad permanente, sombras y tinieblas cubrían toda luz del mundo, era como una noche sin luna ni estrellas, es decir una oscuridad total.

Y ¿cuándo sucederá?, preguntaron sus compañeros:

–No puedo ver el tiempo que sucederá, sólo veo oscuridad, donde pareciera que el tiempo no existe.

   Los demás compañeros preocupados por lo dicho por el árbol Meridiac, comenzaron a utilizar sus habilidades.

   Mayan empezó a revisar en el pasado del mundo, para ver si sucedió algo parecido en épocas lejanas, y muy minuciosamente revisaba cada milenio pasado, pues no detectaba nada parecido a la descripción de Meridiac.

   Mientras Mican también se puso a revisar en el presente si hubiera algún indicio de algo parecido a lo descrito por Meridiac, es decir si estuviera sucediendo en alguna parte del mundo en el tiempo presente, cuando pasó algunos minutos, detectó ese evento en los limites del universo, era una oscuridad que rodeaba a todo el universo, trataba de entrar mentalmente en esa oscuridad pero no podía, era una zona de tinieblas donde no existía el tiempo.

Mican les describió lo que pudo ver y Mayan tuvo una idea diciendo:

–¡Claro! revisaré el pasado del universo hasta llegar al punto de su creación.

   Y así lo hizo, comenzó a retroceder mentalmente en el tiempo y llegó al punto de la creación y pudo percibir que antes de la creación existía la oscuridad completa, no existía el tiempo, ni las cosas materiales, ni ideas, ni pensamientos, era prácticamente la nada; por lo tanto ya no podía retroceder mas allá de ese punto del inicio del tiempo.

   Tanto Mayan, Mican y Meridiac concluyeron que era la oscuridad total, donde no existe el tiempo, y la materia se diluye en ese vacío tan extraño, que pareciera que el mundo sería consumido por las tinieblas y llegaría a su fin.

   Los animales del bosque se enteraron de esa visión e iban a preguntarle a Meridiac cuando sucedería ese evento, pero el antes orgulloso ahora preocupado Meridiac les decía:

–No lo sé, no puedo ver cuando sucederá ello.

Y los animales del bosque le decían:

–¡Buuu!, no eres tan poderoso como pensábamos.

   Meridiac herido en su orgullo y para no quedar mal les dijo que ese evento sucedería dentro de tres años, a pesar que era una mentira, Meridiac trataba de decirlo sin titubeo para convencerse que así sucedería. Luego los animales del bosque se fueron agradeciendo a Meridiac y preocupados, aunque faltaba tres años para que sucediera, muchos animales ya comenzaban hacer planes de como vivir el tiempo que les quedaba.

   Mayan y Mican cuestionaron a Meridiac, porque ellos percibieron que él mentía y se molestaron mucho distanciándose de él diciéndole:

–Cómo puedes mentirles de esa manera, nosotros sabemos que estos eventos catastróficos demoran en realizarse, sin que tengamos tu habilidad para ver el futuro, eso sucederá dentro de miles de años.

   Mayan y Mican se fueron a vivir a una colina lejos de ahí, y Meridiac se quedaba solo en ese bosque escondido. Llegada la noche comenzaba a tener esas visiones de oscuridad, sobre oscuridades tenebrosas , como una especie del reino de la nada y del sinsentido que no entendía, y él se decía:

–Sigo teniendo esas visiones, pero no sé cuando se realizará, y ¿qué puede significar?, no entiendo. Pero espero que todo marche bien.

   Con ese pronóstico de que el bosque se acabaría dentro de tres años, los animales del bosque de diversas especies hacían fiesta, derrochando los recursos del bosque, esto lo hacían todos los días diciéndose:

–El mundo se va acabar, hay que vivir la vida que nos queda.

   Meridiac recapacitando sobre lo que estaba ocurriendo y como los animales del bosque se dejaban llevar por sus impulsos, depredando todos los recursos del bosque, donde la causante de tal comportamiento era la oscuridad interna que a traves del miedo se iban apoderando de todos ellos, entonces Meridiac los convocó de manera urgente.

   Los otros árboles del tiempo tanto Mayan como Mican también fueron a esa reunión que convoco su compañero Meridiac, todos los animales del bosque fueron a ver a
Meridiac. Y una vez todos reunidos comenzó hablar diciendo:

–Amigos del bosque me siento muy mal por lo que he provocado, en mi orgullo de sentirme el árbol mas importante por tener visiones del futuro, he cometido un mal hacia todos ustedes. He tenido visiones fatalistas del futuro, pero la verdad que no sé cuando sucederá, mas bien en mi temor de ser rechazado, les di una fecha que sucederá dentro de tres años, pero es mentira, no se la fecha real, perdónenme por haberles dicho esto sin reflexionar sobre las consecuencias que esta ocasionando.

Todas los animales del bosque se sintieron burlados, diciéndole a Meridiac:

–¡Eres un falso! ¡Árbol del futuro!, nos has hecho creer que esto estaba por suceder dentro de tres años.

   En eso Mayan y Mican se pusieron a meditar sobre lo que estaba aconteciendo, que luego de unos minutos tomó la palabra Mayan (el árbol del tiempo pasado) diciendo a los animales del bosque:

–No se alteren animales del bosque, nuestro amigo Meridiac ha mostrado un arrepentimiento sincero, mas bien esa oscuridad que les dice, si existe en el universo y no se cuestionen de cuando sucederá eso, mas bien preocúpense por ser mejores, recurran siempre al creador de todo lo creado, pidiéndole que nos ayude en los momentos que más necesitamos, teniendo armonía con la naturaleza del bosque; mas bien esto nos has servido para darnos cuenta que la oscuridad la traemos nosotros en nuestro interior con nuestros miedos, y hemos visto como han reaccionado ante una posible fecha del fin del bosque, compórtense animales del bosque a la altura de su especie porque sino caerán en la desesperación que es el reino de la nada y del sinsentido.

Luego Mican, el árbol del tiempo presente, tomó la palabra:

–Animales del bosque, aprendamos a vivir el presente, tomando la experiencia del pasado y teniendo previsión del futuro, sin obsesionarnos de lo que pasará en nuestra vida futura, vivamos en armonía con la naturaleza del bosque, nuestro creador no desea que seamos creaturas miedosas, sino mas bien seamos creaturas que admiremos su creación.

   Luego los animales del bosque se fueron dubitativos, porque siempre existía en su interior el miedo del fin del bosque, pensando en esa fecha y mas bien prefirieron esperar que llegara ese momento dentro de tres años. Mientras Mayan y Mican tomaron de las ramas de Meridiac y se fueron a un lugar alto y escondido del bosque a permanecer ocultos ante los demás.

   Pasados los tres años, llegada la fecha, gran parte de los animales del bosque estaban esperando que suceda algún "evento" que indicara el fin del bosque, esperaron y esperaron todo el día y finalmente nada sucedió.

Uno de los animales del bosque que era el mas viejo de todos, habló ante sus compañeros diciendo:

–¡No ha sucedido nada!, nuestro árbol Meridiac nos dijo la verdad, y lo reafirmaron Mayan y Mican, vamos a pedirles disculpas.

   Cuando llegaron a la parte alta y escondida del bosque, no encontraron ninguno de los tres arboles del tiempo, mas bien había un árbol alto que abriendo sus ojos por la presencia de los animales les dijo:

–¡Oh animales del bosque! ¿a qué se debe su presencia?

   Como el aspecto de este árbol les daba mucho miedo porque era muy alto y con voz tenebrosa, no le respondían.

–¡Vamos!, no teman animales del bosque que no les haré daño, y sino me dicen nada me voy a enojar.

   Y el mismo animal mayor que habló a las demás para buscar a los árboles del tiempo, tomó valor para hablar y dijo:

–¡Oh buen árbol! no venimos a molestarlo, sino que venimos a pedir disculpas al árbol Meridiac porque cuando nos confesó que la fecha del fin del bosque no iba a suceder y que mas bien él estaba arrepentido por habernos mentido, mucho de nosotros seguíamos pensando en esa fecha y esperamos estos tres años para ver si sucedía, pero hemos visto que no ha pasado nada.

–Ya veo creaturas del bosque, que bueno que así lo piensen, Meridiac ya no esta con nosotros, ni Mayan, ni Mican.

Los animales del bosque se entristecieron y preguntaron:

–Cómo así, ¿Qué paso con ellos?, no puede ser que ya no estén con nosotros.

–No se alarmen mis queridos amigos, ante el arrepentimiento de Meridiac por lo sucedido, los tres árboles del tiempo decidieron unirse en un solo árbol que soy yo y mi nuevo nombre es Mamime, que son las iniciales de los tres árboles: Mayan, Mican y Meridiac.

–¡Oh! exclamaron los animales del bosque y continuaron diciendo:

–Ahora quién nos podrá hablar del futuro, del presente y del pasado; los valorábamos mucho y fuimos muy injustos con Meridiac e indiferentes con Mayan y Mican.

–Mis estimados amigos del bosque, ya no deben preocuparse sobre qué sucederá en el futuro, aprendan a vivir en el presente y tomen las experiencias de su pasado, como les dijeron los árboles del tiempo en su momento; ahora la unión de aquellos árboles me han convertido en el árbol del eterno presente, como símbolo de que todos debemos vivir el Hoy y el Ahora, valorando todo lo que tenemos a nuestro alrededor. ¡Ahora todo estará bien! exclamaron los animales del bosque.

   Y de esa manera los animales regresaron al bosque, aprendieron la lección que les dijo el nuevo árbol Mamime, de no estar obsesionados con el tiempo; mas bien todos somos temporales en este mundo del bosque y debemos aprender a vivir en armonía, valorando cada minuto de nuestra existencia y cuando llegue los momentos de incertidumbre y oscuridad interior debemos apoyarnos unos a otros. Finalmente los animales del bosque vivieron muy felices, tomando en cuenta los consejos del árbol del tiempo eterno.
~~~EL FIN~~~
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Elaborado el lunes, 30 de diciembre de 2013
lapm (AQP Dic 30, 2013)

jueves, 6 de noviembre de 2014

Los Pececitos Quiles y Tina


   En un pequeño acuario de una casa, había dos pececitos Goldfish que eran muy llamativos para la familia de aquel hogar, eran las mascotas que el Papá del pequeño Felipe les compró como regalo de Navidad; esos pececitos se llamaban Quiles que tenía sus escamas de color rojo y Tina de color amarillo, los cuales disfrutaban del pequeño acuario jugando con las burbujas que se elevaban por encima de ellos y reventaban al salir del agua o también jugaban con pequeños juguetes que estaban en el fondo de la pecera, como aquel barco pirata hundido, el cual los pececitos nadaban a través de una abertura del barco y era muy divertido jugar ahí.
Mientras los pececitos de colores nadaban juntos, el pececito Quiles comenzó a conversar a la pececita Tina:
–Sabes Tina, me encanta este lugar, es cómodo, nos provee todo lo que necesitamos, no nos podemos quejar.
–Sí, tienes razón Quiles, pero siento que nos falta el cariño del pequeño Felipe y de su hermanita, te acuerdas que nos compraron en aquella tienda navideña como regalo para ellos.
–Es verdad Tina – respondió Quiles y Tina continuó conversando...
–En aquella oportunidad recuerdo sus ojos grandes que junto a su hermanita parecían cuatro lunas y ¡cómo nos observaban!, mirándonos con cariñosa curiosidad, pero ha pasado el tiempo y solo su Papá se acerca para atendernos.

Quiles respondió:
–Bueno Tina, la verdad que no me sorprende, los niños humanos son muy cambiantes en sus gustos, un tiempo les gusta un juguete y después se aburren, para luego buscar otros juguetes que les de diversión.

Tina añadió:
–Puede ser, a veces son cambiantes en sus gustos, pero uno debe ser considerado en cuidar las cosas que le regalan, vamos a mirar que está haciendo el pequeño Felipe.

   A través del vidrio del pequeño acuario, observaron a Felipe sentado al lado de su hermanita, mirando atentamente una caja que mostraba imágenes continuas de colores, era aquel invento de los humanos llamado Televisión que cautivaba a muchos niños.

¡Qué extraño juguete! – decía Tina y continuaba diciendo – ¿nos ha reemplazado por eso?, parece que los colores de aquellas imágenes que genera ese aparato les llama la atención, porque parecen ser muy reales, pero veo que no interactúan con aquel juguete, tanto Felipe como su hermanita permanecen inmóvil.

Quiles de manera pensativa decía:
–Es extraño que los humanos inventen juguetes que los tenga muy ensimismados, es como que se ha creado una especie de dependencia que llene su tiempo de ocio y buscan algo que los satisfaga en el fondo de sus almas.

   El papá de Felipe pasaba por ahí, y les movía la cabeza como indicándoles que mucho tiempo ven Televisión y miraba la pecera como aquel regalo que les dio con mucho amor, le recordaba aquel regalo que ansiaba de niño y quería que sus hijos disfrutaran lo que él no pudo tener.

Tina respondía con una reflexión:
–Me parece que la dependencia con esa caja extraña se debe que en el fondo de sus almas existe un vacío que quieren llenarlo, ese vacío que ningún juego puede llenar, es una especie de enfermedad vegetal.

Y Quiles sorprendido por la reflexión respondía:
–¿Enfermedad vegetal?, si los humanos no son plantas, como pueden tener aquella enfermedad. –Jajaja, me refería que Felipe con su hermanita se quedan inmóviles como las plantas frente a esa caja extraña– dijo Tina. –¡Ayaaa!, porque las plantas están llenas de vida y crecen en silencio dando sus frutos – respondió Quiles. –Es verdad Quiles, tal vez les falta eso, algo que les de vida para rescatarlos de esa modorra interior que sufren los niños humanos.

   Mientras los pececitos seguían observando como Felipe y su hermanita permanecían por horas inmóviles frente aquel aparato de imágenes (Televisión; los pececitos se aburrieron y decidieron pensar en alguna alternativa para llamar la atención de aquellos niños, mientras a la vez Quiles y Tina aprovechaban de jugar atravesando el barco pirata del acuario dando varias vueltas hasta cansarse.

   Al día siguiente, Tina seguía pensando en como llamar la atención de aquellos niños, mientras Quiles comía las pequeñas larvas que les lanzaba el papa de Felipe al acuario y eran muy deliciosas para él. A pesar que Tina se preocupaba como hallar una solución para que los niños dejaran de ver aquel juguete que los dejaba inmóviles, sentía que pronto llegaría una solución.

   Tina reflexionaba como ayudar a los niños ya que estaban muy cautivados por aquel juguete de imágenes, pensaba que aquello les afectaría en su vida futura y perderían aquel don de la vida de sorprenderse por las maravillas que existen a su alrededor, como admirar la belleza de la naturaleza o alegrarse de tener un papá bueno que se preocupe por sus necesidades.

   Quiles siempre observaba a Tina en estas divagaciones y también él quería ayudarla en su proyecto de como hacer que los niños se fijen en ellos y ya no estén inertes sentados mirando imágenes que no eran provecho para los niños.

   Un día mientras Quiles nadaba cerca de unas pequeñas rocas, notó que cuando sus escamas rozaban aquellas rocas, salían unos destellos de color rojo y su cuerpo se hacia mas brillante y se decía a sí mismo:
–¡¡¡Que extraño!!!, estas luces salen de mi cuerpo con el roce de estas rocas, iré a buscar a Tina.
Es así que Quiles fue nadando a buscar a Tina que estaba comiendo unas alguitas en la superficie del agua, y como iba muy veloz chocó con ella.
–¡¡¡Quiles!!!, ten cuidado por donde nadas, me haz asustado. –Disculpa Tina, lo que pasa que he encontrado en el fondo de la pecera unas rocas que me hacen brillar y salen luces que se refleja en el vidrio del acuario. –Tienes razón Quiles, tus escamas se ven medias brillantes, pero ¿luces?, ¿cómo puede ser posible ello?. –Vamos Tina, para que veas.

   Y Tina nadó con Quiles hacia esas rocas pequeñas, ella sentía que tal vez podía tener la solución de lo que ella buscaba, y cuando llegaron al lugar, Tina comenzó a observarlas.

–Estas rocas tienen algo especial, como una especie de pigmento brilloso –decía Tina.

   En eso Tina comenzó a rozar las rocas con sus escamas y veía que salía una luces de color amarillo, y Quiles también hacia lo mismo saliendo luces de color rojo, lo que Tina concluía diciendo:
–¡Vaya, vaya!, estas rocas hacen que haya destellos de luz según el color de nuestras ¡escamas!

Quiles respondió a Tina:
–Son luces de color muy bonitas que se reflejan en el acuario, sigamos jugando con esas rocas brillantes.

   De esa manera Quiles y Tina, nadaban varias veces frotándose en la rocas, generando luces de color rojo y amarillo en el entorno acuoso, y eso le daba un aspecto muy colorido al pequeño acuario, también nadaban a través del barco pirata que lo iluminaba por dentro haciéndolo mas vistoso.

–¡Qué hermoso y qué bonito! son esas luces que reflejan el color de nuestras escamas. Dijo Tina.

   El pequeño Felipe que estaba sentado al lado de su hermanita viendo Televisión volteó por los destellos de luz que se reflejaba en la pared y con su hermanita corrieron a ver aquel espectáculo tan llamativo en el acuario de la casa. En eso Tina y Quiles se percataron de la presencia de ellos y Quiles dijo:
–Mira Tina, son los niños que nos observan, sigamos rozando las rocas.

   Y los niños se entretenían viendo ese espectáculo de luces, que el Papá de Felipe se acercó para mirar también. Felipe como su hermanita le preguntaban:
–Papá, ¿que es eso?, ¿porqué los pececitos brillan?

   El Papá, observando el fondo de la pecera a las rocas brillantes y dándose cuenta de la procedencia de ese espectáculo maravilloso, quiso aprovechar el momento para darles una enseñanza a sus queridos hijos.

–Mis queridos hijos, así como estos pececitos irradian luz cuando rozan esas rocas brillantes, de la misma manera nuestro interior refleja una luz especial que son de las cosas que más amamos y le dedicamos mas tiempo. Si las cosas que amamos son buenas y bellas irradiamos una luz brillante y hermosa hacia los demás, pero de lo contrario si son cosas que no le damos buen uso y perdemos nuestro tiempo en cosas malas no vamos a reflejar ninguna luz hacia nuestro seres queridos.

Los niños impresionados y entendiendo el mensaje, Felipe le dijo:
–Papá, perdónanos, no queremos reflejar lo que vemos en la televisión y no es bueno para nuestras vidas, mas bien queremos reflejar nuestro amor hacia ti, tú siempre nos cuidas y estas pendientes de nosotros, a partir de ahora vamos a obedecerte y cuidar nuestra pecera con los pececitos Quiles y Tina que son muy bonitos.

   El Papá, la hermanita y Felipe se abrazaron mirándose entre sí, como si hubieran recibido un regalo invisible de Dios; luego miraron a los pececitos Quiles y Tina cuando reflejaban esas hermosas luces de colores en el acuario produciéndoles mucha alegría. Y Tina le dijo a Quiles:
–¡¡¡Mira Quiles!!!, lo hemos logrado, ahora nos prestan atención.
–Sí Tina, es un milagro y veo que nos miran con mucho cariño, de verdad que estas luces les produce mucha felicidad a ellos.

   De esta manera Quiles y Tina vivieron muy felices en el pequeño acuario, compartiendo con la familia de Felipe que ahora sí les prestaba mucha atención y cariño, irradiando en cada uno de los integrantes de la familia, la luz brillante de un corazón bondadoso.

***EL FIN***
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Elaborado el martes, 19 de noviembre de 2013
lapm 26/11/2013

sábado, 1 de noviembre de 2014

El Sueño de Angelito

 
   Es noviembre, aún es primavera en el hemisferio sur, es de mañana, los pajarillos cantan muy alegremente; a pesar de ello, el niño Angelito que vive en el segundo piso de la casa de la esquina del barrio, no se levanta todavía. Angelito es un niño muy listo e inteligente para su edad, además muy creyente en Dios. Este día algo ocurre con él, ya es tarde, su Mamá Juanita se impacienta y con voz fuerte grita: 
¡Angelito, levántate, ve a comprar el pan!

   En eso Angelito se despierta de su sueño profundo por el llamado de su madre, que por cierto podía levantar a cualquier muerto. ¡Chispas y rayos ya ha amanecido! – Angelito se decía asimismo y continuaba diciendo– ¡Que extraño sueño tuve hoy día!
Mientras Angelito salía a comprar el pan, caminaba por la calle recordando el sueño que le inquietaba:
“Un platillo volador bajaba del cielo y de aquella nave espacial salió un ser de color verde con un ojo de color gris y el otro de color guinda, el extraño ser comenzaba hablarle en un lenguaje no entendible, el cual emitía los siguientes sonidos: ziiip, zapp, tatata… en ese momento, el extraño ser le agarró el brazo y se despertó”; ¿Qué significará este sueño? - se preguntaba Angelito de manera temerosa. 

   Mientras Angelito desayunaba, recordó que en una ocasión vio un documental de extraterrestres por televisión y que tal vez como decían los eruditos del tema de Ovnis (Objetos voladores no identificados), estos seres del espacio exterior pudieran haber estado contactándose con él.

   Luego Angelito tenía su catequesis en la parroquia dentro de media hora, así que se apresuró para alistarse y se embarcó en el primer micro que pasaba por la calle. Durante el trayecto se deleitaba como el viento que entraba por la ventana, acariciaba su cara y él cerraba los ojos tratando de contactarse con el extraterrestre del sueño, pero escuchó que el cobrador del micro preguntaba si alguien bajaba en el paradero de la parroquia y Angelito gritó: ¡Baja por favor!, el micro se detuvo frenando precipitadamente y el niño Angelito bajó deprisa justo cerca a la puerta principal de la parroquia. 

   Unos compañeros de la catequesis que pasaban por ahí comentaban que en la madrugada vieron unas luces en el cielo y parecían ser los famosos Ovnis, Angelito al escuchar ese comentario se le hizo un nudo en la garganta y un escalofrío de temor por todo el cuerpo tan fuerte que dijo:
– Chispas y rayos, puede ser cierto, ¿me habrán visitado aquella noche mediante sueños?, ¡qué miedo!
Y Angelito entró a la parroquia y se sentó en las bancas delanteras medio dubitativo. El catequista Osvaldo al verlo le dijo:
–Angelito, ¿te sientes bien?
–Sí, don Osvaldo, son solo pensamientos que me vienen a la mente relacionado a un sueño que tuve.
–Ok, Angelito, espero que haya tenido un sueño bonito, pero justo hablaremos hoy día algo relacionado a los pensamientos, estad atento…

   Y una vez que todos los niños estuvieran sentados en las bancas comenzó hablar el catequista acerca del noveno mandamiento: “No consentirás pensamientos ni deseos impuros”. Angelito escuchaba atentamente lo que decía el catequista pero le llamó la atención una parte de la catequesis:
“Niños estad atentos de sus pensamientos, muchos pensamientos nos inquietan, nos apartan de Dios. Estad vigilantes de todo lo que entra en su mente y su corazón. Si estos pensamientos te apartan de Dios es que algo anda mal. Si tienen dudas lean la Biblia, es el mejor medio de comunicación que Dios nos ha dejado entre Él y nosotros”.

   Y terminada la catequesis Angelito se fue a su casa pensando en la catequesis y se decía:
–Vaya, vaya, de repente son pensamientos que tal vez en mi sueño he fabricado, tal vez el documental que vi anoche me haya impactado. Pero ya sé, buscaré en el Internet sobre extraterrestres.

   Llegando a su casa, saludó con un beso a su Mamá Juanita y se dirigió rápidamente a su habitación. Su Madre le dijo: –Angelito, ¡no te olvides de limpiar tu habitación y no estés jugando!, Pero Angelito que tenía tantas dudas en su mente, entró a su ordenador buscando información de extraterrestres. Entró a varios buscadores y salió como resultado varios temas relacionados a ello como: Raza superior que puede ayudar a solucionar nuestros problemas, personas que reportan haber sido raptadas, organizaciones de contacto extraterrestre y varias novelas de ciencia ficción entre otros.

   Angelito estaba tan abrumado de la cantidad de información pero ninguna le satisfacía y de tanto leer se quedo dormido. Angelito comenzó a soñar: 
“Se encontraba en el campo, en las afueras de la ciudad, el mismo platillo volador aterrizó donde se encontraba, era el mismo extraterrestre, esta vez comenzó hablar de modo entendible y le dijo: Angelito, pronto te llevaremos a nuestro planeta, allí existe la felicidad perfecta, nada de sufrimientos…, de repente un trueno fuerte lo despertó”.

–¡Angelito!, te he dicho que limpies y arregles tu habitación – Era la mamá de angelito que al verlo dormido renegaba pero al verlo asustado por su reacción le dijo de manera más cariñosa:
–Hijito, debes ser más responsable, bueno ahora baja al comedor ya está listo el almuerzo, pero después arreglas tu habitación.

   Angelito estaba más preocupado por el mensaje del extraterrestre, y bajo almorzar rápido. Durante el almuerzo miraba a su madre como lo atendía sirviéndole la comida, luego lavaba los platos y después los secaba cantando muy alegremente. Y Angelito le preguntó a su mamá:
–Mamita, ¿tú eres feliz? – su mamá se quedó muy sorprendida por la pregunta muy inesperada de su hijo.
–Angelito, te ha sucedido algo. ¿Porque la pregunta?
–Mamá, si un extraterrestre te propusiera vivir en otro mundo donde exista la felicidad, ¿viajarías?
–Jajaja, Ay Angelito, ¡que ocurrencias!– Dijo su mamá; pero dejó de reírse porque vio que su hijo le preguntaba seriamente y le acarició la mejilla añadiendo lo siguiente de manera amorosa:
–No, mi Angelito, no iría a ningún lado porque tú estás aquí conmigo.
Angelito se quedó muy sorprendido por la respuesta de su mamá porque sintió que le respondió desde el corazón. Luego subio las escaleras de su casa muy meditativo y se puso a limpiar su habitación. Pasadas unas horas tenía siempre en su mente la interrogante de los extraterrestres, esto inquietaba su corazón por la búsqueda de la verdad y se acordó de su catequista que cualquier duda que tuviera consultara la Biblia. 

   Se acordó que en su ordenador tenía la Biblia Electrónica y comenzó a investigar escribiendo la palabra: “Extraterrestre”, demoró unos segundos la búsqueda y salió el mensaje “No se encontró el elemento buscado”. –¡Pero que tonto que soy! –decía Angelito– de repente en esa época no se les llamaban extraterrestres… ¿Cómo le dirían en ese tiempo algo que tiene vida pero que no es de este mundo?, luego tuvo una idea y escribió: “Ser Viviente”, en eso salió de la búsqueda la palabra “Seres vivientes”, Apocalipsis 5:8 “Los cuatro seres vivientes…se postraron delante del Cordero”. 

–Qué extraño que solo sean cuatro seres vivientes, si deben existir millones de extraterrestres. Pero leyendo en la parte inicial del capítulo del Apocalipsis dice: “Juan el apóstol fue arrebatado en espíritu… y se le concedió ver y experimentar una serie de visiones”. 

Angelito de manera reflexiva pensaba en voz alta:
–Entonces esto se refiere mas al mundo espiritual que al material, creo como dice mi catequista no debemos confundir el mundo de lo invisible donde opera Dios y los ángeles, con el mundo material donde esta todo lo visible y creado por Dios. 
Angelito abrió su ventana y miró el cielo, y seguía pensando en voz alta:
–Además si los extraterrestres existieran, serían creaturas creadas por Dios para el bien del Universo y si no, sería un universo creado solo para nosotros. ¡Rayos que egoísta que soy!, en solo pensar un universo para nosotros, pero reflexionando profundamente, también sería una muestra de amor infinito de Dios hacia toda la humanidad.

   Estas reflexiones tenían a Angelito en incertidumbre. Y tomando en sus manos la nave espacial que tenía entre sus juguetes continuaba añadiendo:
–Pero como no hay pruebas de ello y todas son suposiciones, entonces mi sueño también es una suposición o de verdad será que alguien quiere contactarse conmigo… ¡Que dolor de cabeza, estoy confundido!

   Y tirando su juguete cayó en el teclado del ordenador. Angelito preocupado si se había roto fue a verificar que todo estaba bien y vio en su monitor que salió un mensaje en su pantalla:
Mt 12, 33: “Si tienen un buen árbol, su fruto es bueno; si tienen un mal árbol, su fruto es malo. Al árbol se le reconoce por su fruto”, Al terminar de leer el mensaje le impactó mucho y meditando se preguntaba:
–¿Qué fruto me ha generado este sueño?, ¿Qué provecho para mi vida ofrece este interés y esperanza de encontrar vida en otros planetas?
La mamá de Angelito que pasaba cerca de su habitación, escuchó estas interrogantes y entró diciendo:
–Angelito, ¿con quién estás hablando?

   Y Angelito le contó todo a su mamá del sueño que tuvo, lo que estuvo averiguando en internet y los versículos de la Biblia que leyó. Su mamá escuchó detalladamente y se admiró de la capacidad reflexiva de su hijo y le dijo:
–Hijo mío, haz reflexionado muy bien y agregaría unas interrogantes adicionales– Y Angelito ansiosamente decía: –¿Cuál mamá? ¿Cuál es?– Y su madre respondió:
–¿Este sueño te ha generado un acercamiento a Dios?, ¿Has hecho tus tareas del colegio?, ¿En qué has ocupado tu mente todo el día?

Angelito comenzó a comprender lo que le decía su Madre y le dijo:
–Mamá que maravillosa eres, es verdad que he estado pensando mucho en este sueño y me he apartado de mis deberes, me llamaste la atención por haber demorado en limpiar mi habitación y no he hecho aún mis tareas, ahora me concentraré para cumplirlas, pero mami ¿Habrá vida en otros planetas?

– Hijo mío, la verdad no lo sé, solo Dios sabe. Pero de algo estoy segura, que en todo el universo no creo que exista una mamá marciana que te quiera como yo.
Y Angelito abrazando fuerte la cintura de su mamá y mirándola con sus ojos tiernos, le dijo:
–Mamá, sabes una cosa; la próxima vez que tenga de nuevo este sueño y si el extraterrestre me dice para llevarme a otro planeta; yo le responderé: no quiero viajar!, porque las mamás marcianas son feas y Dios me dio la mamá Juanita más bonita del mundo – diciendo esto, la mamá de Angelito le dio un fuerte beso y éste se puso muy contento haciendo sus tareas y soñando en hacer de la Tierra un mundo mejor para todos.
*** FIN ***

lapm (14/04/2013 - 19/04/2013)

Elaborado el viernes, 19 de abril de 2013

martes, 28 de octubre de 2014

El Cuy, la Llama y el Caballo

 
   En un lugar de los andes, donde las montañas tocan el cielo, había un cuy llamado Chunchito que tenía un pelaje de color café con blanco y también había una Llama cuyo nombre era Chonita, que tenía lana de color crema y que en algunas ocasiones brindaba un poco de ella a las tejedoras de la realeza, para adornar al gran Inca de aquel vasto imperio.

   Tanto el cuy como la Llama eran muy amigos y vivían muy felices ya que se sentían las mascotas predilectas del gran Inca, señor del gran Imperio. El Inca les tenía mucho cariño porque fue un regalo de su madre que se lo dio en vida.

   Cuando el Inca viajaba con su corte real, este los llevaba consigo a cada pueblo que visitaba, y siempre se distraía en sus ratos libres jugando con Chunchito y Chonita a las carreras o buscando a Chunchito, que se escondía detrás de algún arbusto.

   Un día llegaron a un pueblo hermoso donde el Inca se detuvo para tomar los baños medicinales, cuya agua caliente brotaba a borbotones y esta se mezclaba con el agua fría del río que la hacía muy reconfortante para él, que viajaba mucho.

   El cuy Chunchito y la Llama Chonita se bañaban en un lugar cercano de los baños y se sentían tan a gusto de tener tantas comodidades. El cuy Chunchito le decía a su amiga la Llama Chonita:
Allillanchu! – que en el lenguaje de los incas significaba un saludo de alegría – Cómo estás? – y Chonita le respondió:
– Me siento esplendida somos las mejores criaturas de nuestro gran imperio, muchas compañeras entre ellas alpacas, llamas y hasta vicuñas me envidian.

El cuy Chunchito añadió: Sí envidia, me tienen envidia, somos los mejores animales del mundo.

   Chonita le dijo de manera orgullosa: somos más que eso, no hay nadie quien pueda superarnos porque somos las mascotas predilectas del hijo del Sol. Y es que en ese gran Imperio eran muy creyentes que el Gran Inca era una divinidad y procedía del Gran Inti.

   Un día Chunchito, observó que traían a un sirviente de la realeza que tenía una fiebre alta y el Gran Inca lo enviaba al chamán del pueblo para que lo cure. Y Chunchito se preguntaba:
– Porque no podrá curarlo nuestro gran Inca, si él tiene poderes.

Chonita, que escucho al Cuy le dijo: 
–Calla malagradecido, no sabes que nuestro Gran Inca no se rebajaría de nivel por un simple sirviente. Y el cuy le respondía dudando:
–Si Chonita, pero me parece extraño que no ayude a su sirviente, él lo haría más rápido que el chamán del pueblo.
–Ya deja de hablar tonterías y come tu alfalfa. Decía la llama Chonita.

   En la tarde de ese día, algo alarmaba a todos los sirvientes del Inca, era la guardia del Inca que venía a verlo y parecían traerle noticias urgentes de que alguien se acercaba; y es que hace unos meses atrás, había recibido noticias de la llegada de unos forasteros de tierras lejanas a su gran imperio y que tal vez eran mensajeros del Gran Sol su padre.

– Forasteros! –decía Chonita y añadió– tal vez traigan buenas noticias para mi gran Señor.
– De repente traen bastante comida deliciosa– Decía Chunchito saltando.

   Pasada unas horas; primero Chunchito y después Chonita percibieron una vibración en el suelo, parecía como algo a lo lejos se acercaba con pasos rápidos y comenzaron a temer porque imaginaban que era algo grande y amenazante. Luego en el horizonte comenzaron a divisar una especie de sombra que se acercaba a gran velocidad, era una especie de animal grande con cuatro patas largas, una cola que parecía cabello largo de color negro, que con el viento parecía que la acariciaba haciendo que se moviera mágicamente y su pelaje negro brillaba. También tenía pegado en su lomo una especie de armadura viviente que reflejaba los rayos del sol y llevaba un palo, con una especie de tejido ligero que ondeaba con el viento (el estandarte).

La Llama Chonita y el cuy Chunchito se asustaron mucho.
– Qué será aquello?, tal vez es un ser divino que viene de parte del Sol Padre– decía Chonita.

   Luego este ser divino y extraño para ellos, hizo una especie de baile levantando sus patas y caminando en círculos y con su cabeza parecía moverse por dos cuerdas tanto a la derecha como a la izquierda. Luego este se detuvo y otro ser se despegó bajando de él y dirigiéndose al jefe militar del Inca. Los sirvientes observaron aquel espectáculo y se quedaron asombrados y atónitos, de los cuales algunos de ellos huyeron de aquel lugar.

   Mientras este ser extraño metálico conversaba con el jefe militar, la llama Chonita tomo valentía y se acercó hacia aquel ser de cuatro patas y le dijo:
– El Inti te bendiga, ¿Quién eres?. Y el ser de cuatro patas le dijo:
– Oh, nunca he visto algo como tú, soy un caballo, me llamo Rocinante y tú quién eres?– Relinchaba el caballo.
– Soy la llama Chonita y mi amigo que vez asustado ahí, es el cuy Chunchito. Decía de manera temerosa Chonita.
– Qué simpáticos sois – Dijo el caballo.

El cuy chunchito se acercó tímidamente y le dijo:
–Vienes de parte del Padre Inti.
–¿Del padre Inti?, te refieres de Dios– preguntó el caballo.
–Si del creador de todo y padre de nuestro Inca. Dijo el cuy.
–No, venimos de lejanas tierras que están más allá de los mares, donde la posición de las estrellas son distintas a las que tienen aquí.
–Oh!, entonces no son seres divinos como nosotros. Dijo Chonita.
–¿Seres divinos? – Dijo el caballo y añadió– solo Dios, el creador de todo es divino, todos somos creaturas de él. 
–Envidioso, no sabes que somos los predilectos del Hijo del Sol–dijo Chonita. Y el cuy Chunchito agregaba: 
–No estás a nuestro nivel, eres un pobre animal.
–Me temo que estáis equivocados, lamento por su Inca y su civilización porque van a ser conquistados, mis amos vienen con afán de tesoros para abastecer a nuestro reino– dijo el caballo. 
Y es que el caballo Rocinante estaba preocupado por ellos, porque en el fondo les tenia simpatía.
– Ja ja ja ja, tú y cuantos más, no sabes que nuestro Imperio es el más poderoso del orbe, nuestro gran inca con toda su guardia los destruirá– decía Chonita. Mientras el Cuy chunchito saltaba desafiante enseñándole sus pequeños dientes afilados.

– Cuando regresemos tengan cuidado, busquen un lugar donde guarecerse– dijo el caballo. Mientras el Forastero metálico se subió en ese momento en la cabalgadura del caballo y comenzó a galopar rápidamente saliendo de aquel lugar.

– Si cobarde, huye. Decía el cuy Chunchito. Y añadió:
– Ya vez Chonita como lo he espantado, que lo que le sobra de porte le falta de valentía.

   Chonita no prestaba atención de lo que le decía su amigo el cuy, más bien le preocupaba lo dicho por el caballo –¿Cómo le avisaremos al Inca?– se preguntaba a sí misma y continuaba pensando: "Es verdad que el Inca no nos entiende cuando le hablamos, si fuese hijo del Sol nos podría entender, haré el intento". 

Chonita se fue a ver al Inca, mientras el cuy Chunchito la seguía sin entenderla. 

   El Inca miraba el Sol en el horizonte como si estuviera hablando con su Padre y Chonita se acerco y le dijo:
–Su alteza tenga cuidado, esos forasteros tienen malas intenciones contra nuestro imperio.

   Pero inútilmente el Inca no le entendía, pensaba que la llama quería jugar con él y le dio una palmada para que se vaya porque no tenía intención de jugar. 

El cuy Chunchito le decía a Chonita:
– Ya vez Chonita, el Inca no entiende lo que decimos y es que parece que nuestro gran Inca es un simple mortal como todos.
–Sí, mejor vamos a las praderas altas a comer por unos días, ahí jugaremos, descansaremos y pensaremos en algo.

   En la pradera verde, Chunchito correteaba con Chonita haciendo carreras, y Chunchito le gustaba que la Llama lo cargara en su lomo. Luego comían y después dormían en aquel lugar cansados de tanto jugar. Así estuvieron cuatro días en la pradera alta y decidieron bajar a ver a su gran Inca.

   Llegando al pueblo vieron gran cantidad de soldados del imperio en las faldas de los cerros y una ceremonia en la plaza central del inca que era llevado en andas. 

   También observaron varios forasteros con sus caballos en aquel lugar, eran bastantes. Parecía un recibimiento pero estaban preocupados y observaron a Rocinante que los miró y les dijo con un relincho: 
–Huyan amigos esto se pondrá terrible!

   Cuando en ese momento vieron a su Inca que era apresado por los forasteros y con sus caballos de la conquista espantaban a todos los servidores del inca. Era terrible lo que pasaba y Chonita como Chunchito corrieron a un lugar seguro cerca a los aposentos de la realeza. Pedían a su Dios Inti por su Inca que no le pase nada.

   Luego que paso toda la confusión, vieron que su Inca era conducido por un forastero de apariencia mayor con barba larga en su rostro y que no permitía que nadie tocara al Inca, el cual los otros forasteros le tenían respeto por su jerarquía y este llevaba al inca a los aposentos reales montando una guardia en aquel lugar.

Chonita le decía a Chunchito muy preocupada:
–Parece que guardan respeto por nuestro Inca, pero temo por su vida.
El cuy Chunchito le dijo de manera furibunda:
–No entiendo en realidad las intenciones de estos forasteros, buscare a ese caballo Rocinante para que me explique que se proponen.

   Y el cuy caminaba sigilosamente por las calles y evitaba ser observado, cuando llegando cerca de la plaza vio varios caballos que lo miraban y algunos de ellos se espantaban, querían pisarlo. Rocinante escucho y les dijo a sus compañeros, cálmense es mi amigo Chunchito. 

   Chunchito le agradeció pensaba que moriría aplastado por aquellos animalotes de cuatro patas como el los llamaba.
Y Chunchito de manera calmada le dijo a Rocinante:
–Tenías razón, nos advertiste! Me preocupa nuestro Imperio, que le va a pasar a nuestro Inca, que buscan los conquistadores.
El caballo Rocinante le contesto:
–Lamentablemente no quedará mucho de tu imperio. Nosotros servimos a nuestros amos y los hemos acompañado en varios lugares; como te dije venimos de lejanas tierras y han conquistado estas nuevas tierras estableciéndose ya en varios lugares del norte de aquí.
Y Chunchito le decía: 
–Pero que buscan tus amos, que intenciones tienen?
–Buscan riquezas, tesoros, todo lo que sea metal brillante es muy valioso para ellos– dijo el caballo de manera sentida.
–Bueno nuestro Inca tiene bastante de los que buscan, pero si él les da, con eso será suficiente para que se vayan. Decía el cuy Chunchito esperanzado en la respuesta.
–No mi amigo, más que ello buscan establecer un nuevo territorio, un nuevo poder, muchos vendrán y aquí crecerán con tu pueblo y me temo que tu imperio cambiara bastante.

   El cuy Chunchito se fue triste donde su amiga Chonita y le conto todo de lo que le dijo el caballo Rocinante, y se resignaron de los designios y males que vendría a su gran imperio.

   Unos meses después todo comenzaba a verse distinto, los forasteros construían casas muy distintas a las que ellos conocían. Los forasteros se convirtieron en los conquistadores del Imperio y estos les llamaba la atención la Llama Chonita, los cuales apostaban para montar en ella, pero ella los escupía, y era la risa de todos ellos al ver al infortunado que le caí aquel escupitajo tan fuerte y directo. 

   Y el caballo Rocinante enojado, se puso delante de ella para que no la molesten. En eso el conquistador mayor con barbas y que solo podia tocar al Inca, pasaba por ahí y les dijo:
–Tontos, por lo menos el caballo Rocinante es más inteligente que ustedes, la pobre Llama no está hecha para montar. Déjenla en paz!

   Chonita y Chunchito se asombraron de la actitud valiente del caballo defendiéndola, lo que hizo que creyeran más en Rocinante y a partir de ese incidente se volvieron muy amigos.

Chonita le decía a Rocinante:
–Tus amos se parecen a los nuestros, en el fondo de ellos son muy parecidos.
–No todos, algunos son buenos otros malos, al final todos somos hijos de Dios, y nuestra misión es servirlos. Relinchaba Rocinante.

Y Chonita añadió:
–Bueno no me gusta esa idea, pero siento que es así, porque yo ofrezco mi lana y les sirve mucho a mis amos; y ni que decir de Chunchito que mejor no menciono en que manera les puedes servir. Decía riéndose Chonita.
–Oh no!, no quiero perder mi pelaje decía Chunchito temblando.
Y tanto Chonita como Rocinante se reían de la manera graciosa como temblaba Chunchito.

   Pasado unos meses, la amistad entre el cuy, la Llama y el Caballo se profundizó; conociendo sus culturas, sus semejanzas, sus diferencias; y de vez en cuando jugaban a las carreras donde el caballo Rocinante siempre les ganaba; pero después permitía que sus nuevos amigos le ganaran y sobre todo al Cuy Chunchito, que disfrutaba su victoria de manera eufórica y graciosa.

   Cuando Chonita, Chunchito y Rocinante estaban caminando cerca de los aposentos del Inca, tanto Chonita y Chunchito vieron a su Inca y corrieron a verlo. El Inca los miro tiernamente, tenía una mirada profunda y un poco nostálgica, miraba el atardecer y los acariciaba diciéndoles: 
–Mi Chonita, mi Chunchito, cuantas alegrías me han dado. Ahora tengo que partir. Mi vida se apaga, son lo último alegre de mi Imperio, pero ahora sé que soy más que el hijo del Sol. Y es que ahora entiendo que todos somos hermanos e hijos de Dios de todo lo creado. Mi misión no era vanagloriarme de tener un Imperio sino de ser el último servidor de mi pueblo. Pongo el destino de mi Imperio en las manos del Dios que siempre estuvo conmigo y fui ciego en no verlo.

   Y diciendo esto el Inca se despidió de ellos con una caricia tierna. Tanto a Chunchito como a Chonita le salían lágrimas de sus ojitos. El caballo Rocinante se acercó a ellos y puso su lomo para consolarlos y les dijo:
–En verdad su Inca parte de este mundo con un gran título; de ser el hijo del Sol a hijo del Dios que vive en todos nosotros.

Chonita y Chunchito dijeron al unísono al caballo Rocinante:
–Ahora también sabemos nuestra misión, que además de servir, debemos rescatar lo mejor de nuestras culturas para el bien de todos; a pesar de nuestras diferencias debemos crear nuevas tradiciones que nos una y nos ayude a convivir en paz y respeto.

   De esta manera, a partir de ese día; el Cuy Chunchito, la Llama Chonita y el Caballo Rocinante forjaron una gran amistad, enseñando los buenos valores de ambas culturas y viviendo muy felices en las tierras de las montañas altas del cielo azul de la paz.

***FIN***

Elaborado el lunes, 28 de enero de 2013
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lapm (21/01/2013 – 29/01/2013)
 

lunes, 27 de octubre de 2014

Doña Mora y el Caracol Jaimito


   En un jardín de un gran palacio del bosque lejano, había un árbol de moras de hojas frondosas que no daba fruto y era conocida como Doña Mora, cada vez que pasaba el Rey de aquel palacio buscaba alguna mora para degustar el paladar y como no encontraba ninguna se iba a otros árboles frutales para deleitarse con los diferentes sabores que en ellos encontraba; esto sucedía todos los fines de semana.
 
   Un grupo de caracoles pasaba por ahí y uno de ellos llamado Jaimito observó ese detalle que le llamó la atención y se preguntaba porque aquella mora no daba frutos y decidió preguntarle:
 
– Doña Mora, ¿Me permite hacerle una pregunta? – Dijo el Caracol.
 
   Doña Mora era muy soberbia y no le gustaba conversar con alguien que no estuviera al nivel de ella, pero como se sentía aburrida decidió responder al caracol.
 
– Dime bicho raro, que quieres preguntarme? – Dijo Doña Mora.
 
El Caracol estaba sorprendido por la respuesta y le dijo:
– Doña Mora, usted no sabe respetar, yo le estoy preguntando cortésmente y si me permite quiero saber ¿Cuándo va dar frutos?
– ¡A ti que te importa! … ¡yo daré cuando quiera! … pero mejor ¡no!… ¡quiero conservar mi belleza! – Dijo Doña Mora de manera displicente.
– ¿Belleza?, con esas hojas rugosas le llama ¿belleza?, más bonita se la vería con sus deliciosas moras–  dijo el Caracol Jaimito.
 
Doña mora se sintió ofendida, nadie le había dicho tal insulto y le respondió al Caracol:
– Apártate, no me fastidies, ¡fo… fo… fo!.
Y diciendo eso, Doña Mora con sus ramas espantaba al Caracol.
 
Sus compañeros caracoles lo llamaron:
– Jaimito, ¡no te atrases!, no tiene importancia conversar con alguien que no le gusta conversar y ofende a los demás.
 
   El Caracol Jaimito se fue triste, solo quería de alguna manera tener amistad con ella y fue a buscar con sus compañeras algunas lechugas que estaban en la huerta del palacio para comer.
 
   Unas semanas después el Rey pasaba de nuevo por los árboles frutales, y miro que Doña Mora no tenía frutos y llamó al jardinero del palacio, el cual al escucharlo corrió rápidamente donde él:
– Su alteza, ¿Qué mandáis de mí?–  dijo el jardinero.
 
El Rey le respondió:
– He pasado en varias ocasiones a buscar frutos de mora en este árbol y no los he encontrado, ¿has cuidado bien de Doña Mora?
– Si su alteza, la he regado, le he dado todos los nutrientes que necesita para su crecimiento, pero he observado que todo se va en desarrollar sus hojas, por lo menos le da sombra cuando haga sus caminatas su alteza.
– ¡No me sirve!–  dijo iracundo el Rey y continúo diciendo:
– Todo ser vivo en el bosque se le mide por sus obras, de nada sirve hacer algo a lo que no está destinado ser, si no da frutos terminando el verano lo arrancas y lo utilizas como leña–  y se fue a paso ligero el Rey de aquel lugar.
–  Ya escuchaste, pero por gusto gasto mi tiempo en ti, de todas maneras no darás fruto para la fecha indicada–  dijo el jardinero mirando a Doña Mora.
 
   Doña Mora se había quedado asustada no entendía cómo podían usarla como leña si ella se sentía hermosa, pero le llamó la atención aquella palabra extraña que dijo el Rey.
 
– ¿Obras?, ¿Qué significará aquello?–  Se preguntaba Doña Mora.
 
   Y Doña Mora se entristeció tanto que sus hojas se arrugaron mucho más de lo que estaban. Mientras el caracol Jaimito regresaba de comer sus deliciosas lechugas y vio a Doña Mora triste, no se atrevía acercarse a ella, pero al verla tan apesadumbrada decidió preguntarle:
– Disculpe Doña Mora se siente bien?.
– No Jaimito, creo que mis días están contados–  Dijo Doña Mora.
 
   El caracol Jaimito se alegró porque lo llamo por su nombre pero también se preocupó por lo que dijo Doña Mora.
– A que se refiere Doñita, que ha sucedido?– Preguntó el caracol Jaimito.
– El Rey ha decidido que me mandará a cortar con el jardinero al final del verano porque no tengo obras, que tampoco sé qué significa eso–  decía Doña Mora con lágrimas que le brotaban de las ramas.
– ¡Oh Doñita!, las obras son precisamente sus frutos, y deben ser muy deliciosas para que nuestro Rey ansíe degustar de su amabilidad– dijo el caracol Jaimito.
 
La Mora respondió:
– Oh no, perdería mi belleza, además mis frutos no son buenos.
 
Y el caracol Jaimito le dijo:
– Pero Doñita, precisamente la hermosura esta en sus frutos y los debiera dar, porque sino el Rey cumplirá su palabra, cada uno de nosotros tiene una belleza interior que debe ofrecerla a los demás con amor.
 
Doña Mora se quedó pensando en lo que le dijo el Caracol y le respondió:
– Está bien pero como podré dar frutos porque he destinado mi atención a mis hojitas y estas se han hecho muy fuertes y bellas.
– Yo te ayudaré tendré que cortar algunas de ellas para que tengas fortaleza en destinar tus nutrientes para lo que fuiste creada–  dijo el Caracol Jaimito.
 
   De esa manera el caracol Jaimito comenzó a cortar las hojas que estaban muy rugosas que no permitían recibir los rayos del sol, ese trabajo le tomo como una semana al pobre caracol que al final estaba exhausto, y Doña Mora solo se quedó con las hojas lisas que le permitía recibir el sol y se sentía con más fuerza; también estaba admirada del ímpetu del caracol y ella le ofrecía algunas hojas que consideraba eran buenas para la alimentación del caracol pero que en realidad no eran del agrado de Jaimito y este las aceptaba por cortesía.
 
   Paso unas semanas y Doña Mora comenzó a brotar varias florecitas de color blanco, eran muy bonitas y Doña Mora se quedó maravillada y dijo:
– Ahora si soy más bella, mira amiguito Jaimito, tenias razón, ¡que bella que soy!
 
   Y el caracol Jaimito se preocupó no por las florecitas sino porque veía que de nuevo Doña Mora entraba en un plan de soberbia y le dijo:
– Cálmese Doñita, todavía no ha terminado, no se mueva mucho para que nuestras compañeras las abejas puedan polinizar sus florecitas.
 
Doña Mora de manera colérica le dijo al Caracol Jaimito:
– Tú crees que voy a permitir a esos insectos tocar mis flores, nunca!!!.
 
   Las abejas que pasaban cerca se ofendieron por lo que dijo Doña Mora y se fueron a otras flores lejos de ahí. El caracol Jaimito le recordó que el fin del verano estaba cerca y si no reaccionaba todo lo avanzado se perdía. Doña Mora reflexionó y consideró que su amigo el Caracol Jaimito estaba en lo cierto y permitió que las abejas fuesen a sus florecitas diciéndoles:
– Amigas abejas, perdónenme, no sé lo que digo pero sean bienvenidas en mis florecitas–  algunas lágrimas salieron de Doña Mora porque lo dijo de todo corazón y es que combatía por dentro contra aquella soberbia que ella tenía.
 
   El Caracol Jaimito veía que si había esperanza y él se sintió conmovido con lo dicho por su amiga, y para convencer a las abejas que todavía dudaban les dijo:
– Amigas abejas, crean lo que dice Doña Mora, soy su amigo y dice la verdad, vengan y disfruten del maravilloso néctar.
 
   Las abejas fueron a tomar el néctar de Doña Mora el cual estaba muy delicioso y a la vez polinizaban las florecitas; y les gustó tanto a las abejitas que estuvieron toda la mañana hasta hastiarse, y es que el arrepentimiento de Doña Mora endulzó el néctar de tal manera que era muy apetitoso.
 
   Pasaron las semanas hasta que llegó el fin de la estación de verano, el Rey paseaba en compañía del jardinero, cuando se acordó de La Mora y le dijo a su jardinero:
– Vamos a ver aquella Mora si ha dado fruto.
 
El jardinero se había olvidado de revisar aquella mora pero se decía así mismo en su mente:
– Por gusto me preocupo, estuve todo un año cuidándola y no dio fruto, y no la he visto hace unos meses, así que debe estar llena de hojas y sin fruto; ya era un caso perdido…
Cuando el Rey que se había adelantado gritó:
– ¡Oh Milagro!, maravilla que moras tan grandes y rojas, voy a probarlas, ¡Uhmmm! que deliciosas, que ricas, nunca he probado en mi vida algo tan delicioso.
 
El jardinero estaba tan asombrado que no podía creerlo y se decía:
– ¡Cómo es posible esto!
El Rey muy contento le dijo al jardinero:
– Te felicito siervo mío, haz logrado sacar frutos donde era casi imposible–  y el Rey reía de emoción por algo que consideraba milagroso gracias a su siervo.
 
   El jardinero estaba estupefacto, y observó que Doña Mora no tenía esas hojas rugosas y que en sus troncos había el rastro de baba de Caracol y vio al Caracol Jaimito en la cima del árbol observándolos, comprendió que era obra de aquel animalito y le dijo al Rey:
– Su alteza perdóneme, pero el mérito lo tiene ese Caracol que ve ahí–  El jardinero lo señalaba con su mano.
 
Y el Rey le respondió:
– ¿Queeé? me estas tomando el pelo.
– No su alteza–  dijo el jardinero–  la verdad que en estos meses me olvidé de cuidar a Doña Mora porque consideré que era vano trabajar en ella, pero veo que Doña Mora ha sido bien cuidada por este amigo de la naturaleza y que en su interior tiene la sabiduría del bosque. Y este caracol se ha dado completamente a ella, además me ha enseñado algo que no entendía en mi labor de jardinero y es que debo trabajar con fe “POR” las plantas que están a mi cuidado y nunca abandonarlas.
 
El Rey le contestó:
– Perdono tu descuido solo por ser sincero conmigo, y no solo es tu trabajo, también es el “DAR” de Doña Mora que con amor nos entrega el fruto de tu trabajo, del caracol, de ella misma y de todo ser que contribuyó en este fruto–  el Rey sostenía la mora y continuo diciendo:
– De esta manera daré nombre a una nueva actividad en la jardinería que se llamará “PODAR”, y podrá ser usado de manera simbólica para representar que el Obrar con fe en el trabajo diario nos da como fruto el amor que conduce a la felicidad.
 
   El Rey con ayuda del jardinero se llevó en varios costalillos las moras para invitar a sus comensales las exquisiteces de su Reino.
 
Doña Mora después de escuchar al Rey se sintió halagada de felicidad y le dijo al Caracol Jaimito:
– Amigo mío, gracias por ayudarme, por dedicarme tu tiempo y lo más importante por ofrecerme tu amistad, ahora comprendo que el Obrar es amar, y que el fruto de ese amor es la felicidad.
El Caracol Jaimito le respondió:
– Vaya, vaya, Doñita; se ha vuelto muy filósofa usted. Pero tiene razón amiga mía y me da gusto que haya comprendido el significado y también he aprendido que nunca es tarde para cambiar; solo me apena no haber probado de sus frutos porque el Rey se ha llevado todas las moras y yo solo me contento con su gran amistad.. je je.–  dijo sonriendo el caracol Jaimito.
 
   Doña Mora abriendo sus hojas le mostró una mora gigante que había escondido y le dijo a su amigo el Caracol:
– Jaimito, el mejor fruto está reservado para un gran amigo como usted que puso su fe y amor en esta pobre vanidosa como yo y obtiene el premio mayor de mi mejor cosecha.
 
   El Caracol Jaimito se puso muy feliz comiendo aquella mora tan inmensa y deliciosa para él, y disfrutando mientras comía dijo:
–  Doña Mora yo disfruto de su compañía y usted será mi amiga para toda la vida. Y desde ese día, Jaimito junto a sus amigos los caracoles vivieron muy felices cobijados bajo las ramas hospitalarias de Doña Mora.
 
*** FIN ***
Elaborado el lunes, 22 de octubre de 2012
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07/11/2012 lapm

sábado, 13 de septiembre de 2014

El Conejo, la Tortuga y el Río



   Había un conejo que se llamaba Roko y una tortuga llamada Riki, ambos vivían en un bosque lejano donde atraviesa un río tranquilo de aguas cristalinas, que desde tiempos inmemoriales muchas criaturas del bosque lo llaman Bendiciux, porque es una bendición para el bosque como fuente de vida.

   Un día Roko buscaba zanahorias cerca de los campos del cultivo que estaba cerca del bosque y decía:
– ¡qué ricas zanahorias he encontrado y que deliciosas!…las voy a comer …Tri tri tri…
Mientras el conejo comía vio un extraño libro entre los arbustos que están al borde de la chacra de cultivo cercano al bosque.
– ¿Qué es este libro?–  se preguntó el conejo.

   El conejo era muy estudioso y curioso de las cosas que pasaba en su entorno y comenzó a leer el libro.

– Es un libro de la historia del bosque. ¡No puede ser!– Dijo el conejo.
   Y lo que pasaba era que Roko leía la historia donde la Tortuga más lenta del bosque ganó al Conejo más rápido, no podía creerlo era casi imposible de admitir, y siguió leyendo que en aquel tiempo se escribieron muchos libros en todo el mundo acerca de esa gran hazaña.
Y el conejo Roko se preguntaba: 
– ¿Cómo es posible esto?, es algo vergonzoso, ¿Cómo puedo reivindicar el honor de los conejos?. 

Y el conejo se fue a buscar a la Tortuga Riki.

   La Tortuga Riki le gustaba estar a la sombra de los árboles y en sitios con mucho silencio que le permitieran meditar y pensar los cambios que venían sucediendo en el bosque, ya tenía veinte años de vida y le gustaba recordar en su mente como era el bosque hace diez o cinco años, y observaba las diferencias; miró aquel roble cerca de la ribera del río y la tortuga dijo:

– ¡Oh Bendiciux eres tan maravilloso!, como has hecho crecer este roble tan alto y todas estas plantas con flores de diferentes colores. 
Riki se deleitaba contemplando estos paisajes tan misteriosos para él, en ese momento el conejo Roko llegó y le dijo:

– Riki!, te reto a una carrera para demostrarte que los conejos somos más rápidos y mejores que las tortugas.
Riki no entendía porque el conejo le decía eso y le contestó:
– Mi buen Roko no entiendo porque me propones esa carrera. Más bien siéntate para que charlemos porque no te he visto desde el último verano. 

Y Roko respondió:
– No tengo tiempo!, pero quiero que me digas si aceptas la carrera o es que tienes miedo de que alguien más listo e inteligente que toda tu especie tonta y lenta pueda ganarte!

La Tortuga Riki se incomodó por este comentario y le dijo:
– Está bien, cálmate… acepto la carrera pero no ofendas a mi especie que yo no he ofendido a la tuya.
– Si la haz ofendido – dijo el conejo– , con esas historias que salen en los libros del bosque, me voy a organizar la carrera para mañana temprano, en la entrada del bosque y prepárate! porque no voy a ser compasivo.

Y el conejo Roko se fue velozmente.

   Riki estaba atónito, no entendía porque Roko se comportaba de esa manera, y Bendiciux que siempre escucha todo y sabe lo que pasa en el bosque, decidió hablarle:
– Riki, Riiiikiii!!!

La tortuga Riki, se asustó.
– ¿Quién es? –Respondió la tortuga.
–  No temas, soy Bendiciux, el río que por siglos ha estado alimentando al bosque, he escuchado la conversación que has tenido con el conejo Roko, y no me gusta su actitud.

–  Es verdad no entiendo a Roko –dijo la tortuga.

Y Bendiciux le respondió:
–  Hace decenas de años, hubo una carrera en el bosque en que el conejo de aquel tiempo perdió por holgazán, al quedarse dormido, simplemente por el hecho de fanfarronear de ser el más veloz del bosque. Mientras la tortuga lenta, fue perseverante en seguir adelante y llegar a la meta final; y cuando el conejo se despertó, ya no pudo alcanzarla.

–  Que interesante – dijo la tortuga– , pero veo difícil ganar esta carrera, porque Roko no es holgazán , es muy hábil y competitivo; lamentablemente perderé. 
Bendiciux respondió:
– Participa mi buen Riki, que yo veré como te ayudo.

   Al día siguiente todo el bosque se enteró de la carrera, las tortugas se apresuraban en su marcha para apoyar a su compañero Riki y lo mismo hacían los conejos para apoyar a Roko y reivindicar su honor; las otras criaturas del bosque tomaban parte por cualquiera de los dos, aunque más simpatizaban con Roko por ser el ganador con mayor probabilidad.

   Roko había definido el camino de la carrera que empezaba en la entrada del bosque, cerca de las chacras de cultivo y terminaba en las montañas altas y la ruta era cercana por donde el río pasaba pero en dirección contraria al río, la distancia era aproximadamente diez kilómetros.

   La Tortuga Riki se preocupó porque pensaba que la carrera empezaría desde las montañas, lo cual le hubiera favorecido en utilizar la corriente cuesta abajo y además que en el agua hubiera nadado más rápido, mientras Roko corría por el camino paralelo. 
Entonces Riki se dijo así mismo: 
–  Tendré que correr por el camino que ha fijado Roko y mi paso será muy lento; confiaré en el buen Bendiciux.

   Roko vio preocupado a Riki y pensaba que la victoria estaría asegurada; Roko sabía que Riki le hubiera favorecido la dirección contraria de la carrera, es decir en la dirección de la corriente del río.

– Riki te daré cierta ventaja –  dijo Roko–  tu empezarás la carrera como es tradicional y yo partiré cuando aparezca reflejado los primeros rayos de sol en la punta del roble alto.

   Entonces Riki sin pensarlo demasiado comenzó a correr, los conejos y las criaturas que apoyaban al conejo se reían por el paso lento de la tortuga, mientras las tortugas le daban aliento a su amigo: ¡Vamos Riki, tu puedes!

   Riki calculaba que Roko empezaría a correr dentro unos diez minutos, la pobre tortuga se daba cuenta que esa ventaja no la ayudaría mucho, estaba todo perdido se decía. Entonces paso aproximadamente los diez minutos y los rayos de sol se posaron en la punta del roble alto y el conejo Roko empezó a correr pero en menos de cinco minutos el conejo alcanzó a la tortuga y la pasó. 

La tortuga no se desanimaba y se decía así misma:
– Debo seguir, debo seguir, no pararé, Bendiciux me ayudará…

   Pasaron treinta minutos y era evidente que el conejo ganaría, estaba por tres quintos del camino, mientras la pobre tortuga recién estaba por un quinto de la ruta. 

   Mientras Bendiciux pensaba como ayudar a la tortuga, se acordó que existe en la ruta un puente colgante que el conejo tiene que cruzar para llegar a la meta y comenzó acumular suficiente agua en las alturas de la montaña del bosque y soltó con fuerza toda el agua que tenía. El río se volvió tan caudaloso que comenzó a bajar por la ribera con un estruendoso sonido.

   Roko justo pasaba por el puente colgante, ya le faltaba poco para llegar a la meta, pero el río con la fuerza que bajaba pasó por encima del puente y el conejo no pudo sostenerse siendo arrastrado por el río.
– Auxilio, auxilio ... me ahogo! – gritaba el conejo.

   Ninguna de las criaturas del bosque se atrevía ayudarlo, el río estaba tan caudaloso y violento que tenían miedo. Mientras Bendiciux no podía controlar su poder caudaloso que se había originado, tampoco quería matar al conejo, no era su intención solo quería darle una lección, por más intento que hacía Bendiciux para salvarlo sentía que perdía a Roko, su misma fuerza revolcaba al pobre conejo que apenas podía respirar, mientras Bendiciux decía:
– ¡Que he hecho, no puedo controlar mi poder!, ahora me llamarán Maldiciux; ¡Madre, madre … ayúdame! Y es que Bendiciux gritaba a la madre naturaleza para que le ayude a controlar su poder.

   Mientras Roko que a duras penas nadaba, cuando el caudal del río lo levantaba, aprovechaba para respirar, pero se decía así mismo:
– Ya no puedo, mi soberbia me ha llevado a esto, y es que Bendiciux me está castigando por mi actitud que he tenido con mi gran amigo Riki, merecido lo tengo!

   Mientras Riki seguía caminando por la ruta, no se había percatado de todo lo que estaba pasando. Y al observar todo el caudal del río que bajaba, miró a Roko que se ahogaba y se lanzó al río, las otras tortugas al ver lo que hizo Riki también se lanzaron, pero a Riki se lo ocurrió una idea y les dijo a sus compañeras:
– ¡Naden con fuerza en sentido contrario a la corriente alrededor mío en tres anillos!

   Y así hicieron sus compañeros, mientras Riki estaba en medio del círculo de las tortugas, llegó la corriente y golpeó los tres anillos de tortugas y les dijo a sus compañeras con el lenguaje extraño que era comprendido por ellas:
– No se rindan, sigan nadando con fuerza, en círculo y en sentido contrario.

   Una fuerza misteriosa de madre naturaleza hacia que las tortugas nadaran de manera veloz que hacía que el caudal del río disminuyera. En eso Roko pasó por el círculo de las Tortugas y Riki lo sostuvo con fuerza y le dijo:
– ¡Roko, agárrate con fuerza de mi caparazón!.

   Y Roko se agarró y flotaba encima del caparazón mientras Riki nadaba con todas sus fuerzas hacia la ribera y logró poner a salvo a Roko que estaba exhausto y se quedó dormido en la ribera al lado del roble alto; luego regresó Riki ayudar a sus compañeras y les dijo:
– Agarren las patitas de sus compañeras que están adelante suyo.

   Y comenzó a jalar a sus compañeras del primer anillo pero le era muy difícil hacerlo ya que Riki estaba muy agotado, pero para buena ventura de Riki en ese momento Bendiciux sintió que recuperó el control de su poder y dijo: 
– Aguas del bosque vuelvan a ser cristalinas y ayuden a las tortugas.

   Una ola mediana del río impulso a las demás tortugas a la ribera donde estaba Riki y todas estaban a salvo. Luego el caudal del río Bendiciux había vuelto a la normalidad y se formó una especie de borbotón de agua que salía del río, era Bendiciux que tomaba la forma de un rostro apacible y dijo:
– Criaturas del bosque perdónenme por poner en peligro la tranquilidad del bosque, esto nunca volverá a pasar. Y mirando a la tortuga Riki le dijo:
– Me has conmovido mi estimada Riki al salvar a Roko, demostraste tu valentía y desprendimiento arriesgando tu vida.
Luego miró a las demás tortugas:
– Tortugas del bosque demostraron solidaridad al apoyar a su amigo y también arriesgaron sus vidas, ayudaron a disminuir mi caudal en el momento que más necesitaba, siempre recordaré este gesto por todas las generaciones que pasarán por este bosque y tendrán mi eterna amistad.

   Las tortugas quedaron muy impresionadas con lo dicho por Bendiciux, luego llegaron los conejos y le gritaban a Roko:
– Roko,  ¿estás bien? ¡Despierta!

El conejo Roko despertó por los gritos y les dijo:
– Estoy bien amigos gracias a Riki, sin él no hubiera sobrevivido.
Y Roko mirando Riki le dijo:
– Perdóname amigo, fui un tonto en menospreciarte, en buscar una venganza del pasado que hoy no tiene lugar, tú mereces ganar esta carrera.

   Y Roko haciéndole una venia a Riki, le señalo la meta para que vaya caminando hasta allí.
Riki sonrió y tomándole de la patita le dijo:
– Juntos llegaremos, para que quede escrito en la historia del bosque: Conejo y Tortuga llegaron a la meta y empataron en amistad.

   Las criaturas del bosque muy emocionadas aplaudieron y caminaban detrás de Roko y Riki hacia la meta final, mientras Bendiciux reflejaba los rayos del sol con sus aguas cristalinas por todo el bosque haciéndolo más bello y mágico en el momento más importante de la historia del bosque.
***FIN***
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lpm 10/10/2012

Elaborado el viernes, 14 de septiembre de 2012

domingo, 17 de agosto de 2014

Doña Chumbera Tunera y Don Jacinto

 
   En un desierto lejano donde el sol abraza con sus rayos calurosos a cualquier ser vivo que camine por ahí, vivía Doña Chumbera Tunera, que añoraba algún día conocer algún forastero e invitarle sus deliciosas tunas, ya que años a nadie vio caminar en medio del desierto; el único recuerdo que tenía era aquella cabaña abandonada por años que estaba cerca suyo y de aquel pozo que nadie utilizaba; también recordaba a una familia que vivía ahí, la cual se marchó a vivir a la ciudad y no supo más de ella. 

   Doña Chumbera se sentía sola, a pesar de estar acompañada de sus colegas tuneros, ellos eran muy parcos, por su misma naturaleza solitaria en el desierto, solo Doña Chumbera tenía ansias de conversar con alguien, para conocer cómo eran las personas fuera del desierto. 

   Un día, un anciano llamado Jacinto estaba en las inmediaciones del desierto, él estaba un poco enfermo y es que este anciano había vivido muchos años y se encontraba desanimado, ya que no tenía ganas de vivir, lo que le generó una gripe y cuando tosía le hacía doler las costillas; además el calor del desierto hacia que sudara bastante su espalda y luego se enfriaba con el viento ocasionándole escalofríos.

Don Jacinto decidió adentrarse al desierto para morir y tenía las siguientes reflexiones:

– Ya no me  siento como antes, he vivido mucho, he disfrutado la vida y ya puedo morir en paz, además esta tos no me deja tranquilo, ¡para qué vivir! Ni mis hijos y nietos se interesan por mí, ya no les preocupa para nada si estoy bien o mal, que más me queda.

Mientras caminaba por el desierto, Doña Chumbera lo observó y se alegró, tenía ganas de hablar con aquel forastero:

– ¡Hey! Forastero –  le gritaba Doña Chumbera. Pero Don Jacinto solo escuchaba el silbido del viento que se generaba cuando rozaba las pencas de Doña Chumbera.
 
Y el anciano Jacinto decía:

– Qué extraño silbido, es como si tuviera vida esta plantita, hace que el viento silbe con sus pequeñas espinas, y mirando a Doña Chumbera le decía:
 
– Preciosa que querrás decir con tus silbidos.

Y mirando sus deliciosas tunas dijo:
 
– Qué ricas se ve estas tunas, tal vez coma una antes de morir.

   Y Doña Chumbera vio que el anciano estaba desalentado y se entristeció, pero en ese momento se le ocurrió una idea, se concentró en trasmitir un poquito de energía hacia las tunas, ya que pensaba que cuando las comiera el anciano se sentiría mejor.

   El anciano tomó algunas tunas y se las llevó a la cabaña abandonada que estaba cerca y comiendo varias de ellas que estaban deliciosas, se durmió en el piso de la cabaña.

Mientras el anciano Jacinto dormía, Doña Chumbera decía:

– ¡Oh!, yo esperaba conversar con alguien pero el pobre anciano está enfermo y muy desanimado, bueno creo que también me ha contagiado su desaliento y me ha comenzado a salir este polvillo blanco en mis pencas que me incomoda.
 
Y mirando que también a sus compañeros Tuneros tenían aquel polvillo les preguntó:

–  Amigos, a ustedes no les molesta?

Y sus compañeros, con sus ojitos diminutos, solo miraban a la Doñita Chumbera. Y ella decía: 
– Vaaa!, para que les pregunto si no les gusta hablar.

Mientras pasaron unas horas, Don Jacinto despertó, comenzó a sentirse mejor y la tos desapareció, ya no tenía la gripe.

– Qué extraño! como me habré curado? Se decía el anciano, y recordando dijo:
 
– Claro! Han sido las tunas que comí, iré agradecerle a la plantita.
 
Y cuando el anciano se acercó a ella, le dijo:
 
– Gracias plantita!, tus deliciosas tunas me han curado la gripe.
Y Doña Chumbera decía en voz alta:

– Me llamo Doña Chumbera Tunera, espero que también te haya curado el desánimo frente a la vida.

Y el anciano Jacinto se quedó sorprendido porque de alguna manera comenzó a entender lo que decía la Doña y dijo:

– Que extraño! tal vez mi travesía a este desierto me haya afectado, ahora escucho voces.

Y Doña Chumbera alegrándose porque el anciano parecía haberla entendido, le dijo: 

– Venerable anciano me entiende lo que digo?

Y Don Jacinto cayendo sentado al suelo, le dijo:

– Cómo es posible esto? tal vez mi muerte está cerca porque hasta las plantas las entiendo cuando hablan.

– Y Doña Chumbera le dijo:

– No se alarme venerable anciano, tal vez mi deseo de charlar con alguien se ha hecho realidad, es posible que al comer mis tunas le haya dado la habilidad de poder escucharnos.

Y Don Jacinto le dijo:

– Ya entiendo, y no solo eso, tampoco tengo gripe, ha sido un milagro.
Y Doña Chumbera alegrándose por el anciano le dijo:

– En realidad concentré mi energía positiva en las tunas para contagiarle un poco de ánimo, que lo vi muy decaído.

– Es verdad, decía Don Jacinto y continuaba diciendo, lo que sucede es que siento que mi vida ya no tiene sentido.

Y Doña Chumbera interrumpiéndolo le dijo: 

–¿Cuál es su nombre? Y porque dice que no tiene sentido?

– Me llamo Don Jacinto y estoy desanimado porque veo que las personas ya no me toman en cuenta, porque ya estoy viejo, siento que ya soy una carga para mis hijos, y ya no estoy para trabajar, buscaba un lugar donde caer muerto y pensé en este desierto, porque me trae recuerdos vagos de mi infancia y sobre todo esa cabaña abandonada.

Y Doña Chumbera le dijo:
– A mi también, recuerdo un niño pequeño que nació hace tiempo en esa cabaña y que los papas de aquel niño, lo llamaban nuestro querido Jacinto.

El anciano sorprendido y con algunas lágrimas en sus ojos dijo:
– Oh! No puede ser, es cierto, ya comienzo a recordar a mi padre cuando me llevaba en sus hombros en este desierto e íbamos al pozo a sacar agua, como es la vida, uno vuelve al terruño donde nació y lo he encontrado.

Y Doña Chumbera también estaba sorprendida:
– Veo que ustedes las personas envejecen rápidamente, no puedo creer que tú fueras aquel niño, pero si es así como cuentas, desperdicias mucho tu tiempo en estar desanimado, sería bueno que disfrutes los momentos de cada día.

Y Don Jacinto con un poco mejor de ánimo le dijo a Doña Chumbera:

– Tienes razón mi estimada Doñita, todas estas cosas me llevan a encerrarme en mi mismo. Bueno, por lo menos arreglaré esta cabaña para dejarla más bonita.

   Y es así que Don Jacinto se puso a reparar la vieja cabaña y Doña Chumbera lo observaba, pero también ella se preocupaba por ese polvillo blanco que cubría sus pencas (palas).

Cuando termino de reparar la cabaña el anciano se sintió confortado y se decía:

– Qué bonita ha quedado la cabaña!, le preguntaré a Doña Chumbera su opinión.

Y llegando a ella, la vio triste, cubierta de polvillo blanco y le dijo:

– Doña Chumbera que le ha pasado?

– No lo sé, comenzó a salir en mis pencas y ahora todo está cubierto de polvillo.

   El anciano comenzó a observar ese polvillo, era de color blanco y granulado, era una especie de insecto muy pequeño, luego froto entre sus dedos y vio que le pinto con un color rojizo, y le dijo: 

– Parece una especie de tinte natural.

Y Doña Chumbera decía: 

– Qué significara? que me voy a morir?

– No se preocupe Doña Chumbera, iré llevando al mercado este polvillo blanco y preguntaré alguien que conozca, tal vez me dé razón de ello. 

   Y es así que en un costalillo, Don Jacinto junto todo el polvillo blanco que pudo y fue caminando lentamente a un pueblo cercano al desierto.

 Doña Chumbera estaba impaciente por saber el significado de ese polvillo.

– Que será?, porque me habrá salido y a todas mis compañeros también? Mientras esperaba que Don Jacinto llegara, seguía despierta mirando las estrellas. Y continuaba diciendo:

– Parece que todo tiene una causa en la vida, porque el anciano aparece justo cuando comenzó a salirle el polvillo y si no hubiera venido, nadie me hubiera ayudado a saber de qué se trata.

   Mientras el anciano descansaba en el pueblo que estaba cerca al desierto, para ir temprano al mercado para averiguar si alguien conocía de aquel polvillo, también se decía a sí mismo:

– Si no fuera por Doña Chumbera, no estaría tan animado por ayudarla y por lo menos tengo un sentido en la vida, quien iba pensar que el desierto me daría un trabajito, además ella me ha curado la gripe con sus tunas, me ha sanado de esa sensación de desesperanza por la vida y debo ayudarla.

   Cuando llego la mañana, Don Jacinto inmediatamente fue al mercado y preguntaba a todos los vendedores sobre el conocimiento de aquel polvillo blanco y nadie le daba razón, hasta que llego a un mercader que vendía telas y miro el polvillo y le dijo:

-Es cochinilla, es una tintura natural especial, que a veces es utilizada para embellecer, sobre todo a las damas, conozco alguien que hace lápices labiales de colores bonitos y son muy caras. Vaya de frente y en el pasaje final encontrara al mercader que vende esto. 

Cuando llego al mercader de lápices labiales y este vio el polvillo blanco dijo:

– Oh! Por fin encuentro cochinilla, es muy escasa, cuanto quieres por ella anciano?

Y Don Jacinto le dijo:

-No he venido a vender, más bien vine averiguar qué es este polvillo blanco.

Y el mercader de lápices labiales le respondió:

-Se llama Cochinilla, es un pequeño insecto que viven en las palas de la tuna, tomando la savia de las pencas como alimento. Y con el sol este insecto se seca, por eso cuando lo frotas, pinta de color rojizo.

Y Don Jacinto dijo: 

– Ya veo, no es una enfermedad de la planta.

– No, respondió el mercader y continúo diciendo:

– Te pago unas monedas anciano por tu costalillo de cochinilla.

   Don Jacinto aceptó las monedas y le dijo que le traería más Cochinilla, para lo que el mercader se puso muy contento, porque ya tenía un proveedor de Cochinilla. Y Don Jacinto aprovechó de comprar alimentos y también le alcanzó para comprar una pequeña escobilla con mango alargado para limpiar a Doña Chumbera de la cochinilla, también sogas, baldes para sacar agua del pozo y lampitas entre otras cosas que veía necesario adquirirlas; y Don Jacinto decía:

– Con esto ayudaré a Doña Chumbera a sacarle toda la Cochinilla que tiene.

    Y Don Jacinto se dirigió al desierto muy contento, mientras Doña Chumbera comenzó a divisarlo en el horizonte del desierto, se sintió muy contenta, cuando llegó Don Jacinto le contó todo lo sucedido en el mercado y le dijo que no se preocupara, sacando la escobilla comenzó a limpiarla juntando la cochinilla en costalillos, de esa manera quedó más limpia y bonita, Doña Chumbera se sentía muy contenta y les decía a sus compañeros tuneros:

– No se preocupen amigos, que Don Jacinto los limpiara a su debido tiempo y nunca me imaginé que el mundo que se encuentra fuera del desierto, valorara mucho este polvillo llamado cochinilla.

 Y Don Jacinto dijo a Doña Chumbera:

– Tampoco me imagine que a mi edad sería útil para alguien, me sentía que era un descartable para el mundo, que ya no era productivo, pero con tu apoyo, me doy cuenta que todos somos importantes y que Dios nos enseña lo valiosos que somos ante los demás.

– Es verdad querido Don Jacinto –  dijo Doña Chumbera – todos somos valiosos, yo también pensé que solo mis tunas eran valiosas, pero veo que existen otros tesoros escondidos como la Cochinilla, que antes la veía como un mal, pero ahora sé que es muy valiosa para la gente fuera del desierto, Dios nos da ciertas cualidades que no sabemos que son importantes para los demás.

    Pasado un tiempo, el desierto se hizo muy reconocido como proveedor de la mejor Cochinilla del lugar, los nietos de Don Jacinto iban a visitarlo muy seguido y sacaban agua del pozo para regar a Doña Chumbera y a las demás plantas; por lo que ya no se sentía tan solitaria como antes, porque hasta sus amigos Tuneros conversaban con ella; de esta manera vivieron muy felices Doña Chumbera y Don Jacinto conversando y agradeciendo a Dios por los cambios realizados en el desierto para el bien de todos.

*** FIN ***
lapm, Lima 29/07/2013

Elaborado el lunes, 29 de julio de 2013