jueves, 6 de noviembre de 2014

Los Pececitos Quiles y Tina


   En un pequeño acuario de una casa, había dos pececitos Goldfish que eran muy llamativos para la familia de aquel hogar, eran las mascotas que el Papá del pequeño Felipe les compró como regalo de Navidad; esos pececitos se llamaban Quiles que tenía sus escamas de color rojo y Tina de color amarillo, los cuales disfrutaban del pequeño acuario jugando con las burbujas que se elevaban por encima de ellos y reventaban al salir del agua o también jugaban con pequeños juguetes que estaban en el fondo de la pecera, como aquel barco pirata hundido, el cual los pececitos nadaban a través de una abertura del barco y era muy divertido jugar ahí.
Mientras los pececitos de colores nadaban juntos, el pececito Quiles comenzó a conversar a la pececita Tina:
–Sabes Tina, me encanta este lugar, es cómodo, nos provee todo lo que necesitamos, no nos podemos quejar.
–Sí, tienes razón Quiles, pero siento que nos falta el cariño del pequeño Felipe y de su hermanita, te acuerdas que nos compraron en aquella tienda navideña como regalo para ellos.
–Es verdad Tina – respondió Quiles y Tina continuó conversando...
–En aquella oportunidad recuerdo sus ojos grandes que junto a su hermanita parecían cuatro lunas y ¡cómo nos observaban!, mirándonos con cariñosa curiosidad, pero ha pasado el tiempo y solo su Papá se acerca para atendernos.

Quiles respondió:
–Bueno Tina, la verdad que no me sorprende, los niños humanos son muy cambiantes en sus gustos, un tiempo les gusta un juguete y después se aburren, para luego buscar otros juguetes que les de diversión.

Tina añadió:
–Puede ser, a veces son cambiantes en sus gustos, pero uno debe ser considerado en cuidar las cosas que le regalan, vamos a mirar que está haciendo el pequeño Felipe.

   A través del vidrio del pequeño acuario, observaron a Felipe sentado al lado de su hermanita, mirando atentamente una caja que mostraba imágenes continuas de colores, era aquel invento de los humanos llamado Televisión que cautivaba a muchos niños.

¡Qué extraño juguete! – decía Tina y continuaba diciendo – ¿nos ha reemplazado por eso?, parece que los colores de aquellas imágenes que genera ese aparato les llama la atención, porque parecen ser muy reales, pero veo que no interactúan con aquel juguete, tanto Felipe como su hermanita permanecen inmóvil.

Quiles de manera pensativa decía:
–Es extraño que los humanos inventen juguetes que los tenga muy ensimismados, es como que se ha creado una especie de dependencia que llene su tiempo de ocio y buscan algo que los satisfaga en el fondo de sus almas.

   El papá de Felipe pasaba por ahí, y les movía la cabeza como indicándoles que mucho tiempo ven Televisión y miraba la pecera como aquel regalo que les dio con mucho amor, le recordaba aquel regalo que ansiaba de niño y quería que sus hijos disfrutaran lo que él no pudo tener.

Tina respondía con una reflexión:
–Me parece que la dependencia con esa caja extraña se debe que en el fondo de sus almas existe un vacío que quieren llenarlo, ese vacío que ningún juego puede llenar, es una especie de enfermedad vegetal.

Y Quiles sorprendido por la reflexión respondía:
–¿Enfermedad vegetal?, si los humanos no son plantas, como pueden tener aquella enfermedad. –Jajaja, me refería que Felipe con su hermanita se quedan inmóviles como las plantas frente a esa caja extraña– dijo Tina. –¡Ayaaa!, porque las plantas están llenas de vida y crecen en silencio dando sus frutos – respondió Quiles. –Es verdad Quiles, tal vez les falta eso, algo que les de vida para rescatarlos de esa modorra interior que sufren los niños humanos.

   Mientras los pececitos seguían observando como Felipe y su hermanita permanecían por horas inmóviles frente aquel aparato de imágenes (Televisión; los pececitos se aburrieron y decidieron pensar en alguna alternativa para llamar la atención de aquellos niños, mientras a la vez Quiles y Tina aprovechaban de jugar atravesando el barco pirata del acuario dando varias vueltas hasta cansarse.

   Al día siguiente, Tina seguía pensando en como llamar la atención de aquellos niños, mientras Quiles comía las pequeñas larvas que les lanzaba el papa de Felipe al acuario y eran muy deliciosas para él. A pesar que Tina se preocupaba como hallar una solución para que los niños dejaran de ver aquel juguete que los dejaba inmóviles, sentía que pronto llegaría una solución.

   Tina reflexionaba como ayudar a los niños ya que estaban muy cautivados por aquel juguete de imágenes, pensaba que aquello les afectaría en su vida futura y perderían aquel don de la vida de sorprenderse por las maravillas que existen a su alrededor, como admirar la belleza de la naturaleza o alegrarse de tener un papá bueno que se preocupe por sus necesidades.

   Quiles siempre observaba a Tina en estas divagaciones y también él quería ayudarla en su proyecto de como hacer que los niños se fijen en ellos y ya no estén inertes sentados mirando imágenes que no eran provecho para los niños.

   Un día mientras Quiles nadaba cerca de unas pequeñas rocas, notó que cuando sus escamas rozaban aquellas rocas, salían unos destellos de color rojo y su cuerpo se hacia mas brillante y se decía a sí mismo:
–¡¡¡Que extraño!!!, estas luces salen de mi cuerpo con el roce de estas rocas, iré a buscar a Tina.
Es así que Quiles fue nadando a buscar a Tina que estaba comiendo unas alguitas en la superficie del agua, y como iba muy veloz chocó con ella.
–¡¡¡Quiles!!!, ten cuidado por donde nadas, me haz asustado. –Disculpa Tina, lo que pasa que he encontrado en el fondo de la pecera unas rocas que me hacen brillar y salen luces que se refleja en el vidrio del acuario. –Tienes razón Quiles, tus escamas se ven medias brillantes, pero ¿luces?, ¿cómo puede ser posible ello?. –Vamos Tina, para que veas.

   Y Tina nadó con Quiles hacia esas rocas pequeñas, ella sentía que tal vez podía tener la solución de lo que ella buscaba, y cuando llegaron al lugar, Tina comenzó a observarlas.

–Estas rocas tienen algo especial, como una especie de pigmento brilloso –decía Tina.

   En eso Tina comenzó a rozar las rocas con sus escamas y veía que salía una luces de color amarillo, y Quiles también hacia lo mismo saliendo luces de color rojo, lo que Tina concluía diciendo:
–¡Vaya, vaya!, estas rocas hacen que haya destellos de luz según el color de nuestras ¡escamas!

Quiles respondió a Tina:
–Son luces de color muy bonitas que se reflejan en el acuario, sigamos jugando con esas rocas brillantes.

   De esa manera Quiles y Tina, nadaban varias veces frotándose en la rocas, generando luces de color rojo y amarillo en el entorno acuoso, y eso le daba un aspecto muy colorido al pequeño acuario, también nadaban a través del barco pirata que lo iluminaba por dentro haciéndolo mas vistoso.

–¡Qué hermoso y qué bonito! son esas luces que reflejan el color de nuestras escamas. Dijo Tina.

   El pequeño Felipe que estaba sentado al lado de su hermanita viendo Televisión volteó por los destellos de luz que se reflejaba en la pared y con su hermanita corrieron a ver aquel espectáculo tan llamativo en el acuario de la casa. En eso Tina y Quiles se percataron de la presencia de ellos y Quiles dijo:
–Mira Tina, son los niños que nos observan, sigamos rozando las rocas.

   Y los niños se entretenían viendo ese espectáculo de luces, que el Papá de Felipe se acercó para mirar también. Felipe como su hermanita le preguntaban:
–Papá, ¿que es eso?, ¿porqué los pececitos brillan?

   El Papá, observando el fondo de la pecera a las rocas brillantes y dándose cuenta de la procedencia de ese espectáculo maravilloso, quiso aprovechar el momento para darles una enseñanza a sus queridos hijos.

–Mis queridos hijos, así como estos pececitos irradian luz cuando rozan esas rocas brillantes, de la misma manera nuestro interior refleja una luz especial que son de las cosas que más amamos y le dedicamos mas tiempo. Si las cosas que amamos son buenas y bellas irradiamos una luz brillante y hermosa hacia los demás, pero de lo contrario si son cosas que no le damos buen uso y perdemos nuestro tiempo en cosas malas no vamos a reflejar ninguna luz hacia nuestro seres queridos.

Los niños impresionados y entendiendo el mensaje, Felipe le dijo:
–Papá, perdónanos, no queremos reflejar lo que vemos en la televisión y no es bueno para nuestras vidas, mas bien queremos reflejar nuestro amor hacia ti, tú siempre nos cuidas y estas pendientes de nosotros, a partir de ahora vamos a obedecerte y cuidar nuestra pecera con los pececitos Quiles y Tina que son muy bonitos.

   El Papá, la hermanita y Felipe se abrazaron mirándose entre sí, como si hubieran recibido un regalo invisible de Dios; luego miraron a los pececitos Quiles y Tina cuando reflejaban esas hermosas luces de colores en el acuario produciéndoles mucha alegría. Y Tina le dijo a Quiles:
–¡¡¡Mira Quiles!!!, lo hemos logrado, ahora nos prestan atención.
–Sí Tina, es un milagro y veo que nos miran con mucho cariño, de verdad que estas luces les produce mucha felicidad a ellos.

   De esta manera Quiles y Tina vivieron muy felices en el pequeño acuario, compartiendo con la familia de Felipe que ahora sí les prestaba mucha atención y cariño, irradiando en cada uno de los integrantes de la familia, la luz brillante de un corazón bondadoso.

***EL FIN***
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Elaborado el martes, 19 de noviembre de 2013
lapm 26/11/2013

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